Hoy faltan escasos 20 días para dar la bienvenida al 2017, donde se cumplirán 29 años desde que las Cortes Valencianas celebraran una sesión extraordinaria en la Iglesia de Santiago donde el Consell, entonces presidido por el socialista Joan Lerma, anunciara el proyecto de encauzamiento del río Segura a su paso por Orihuela.
Mucho ha llovido desde aquel 7 de junio de 1988. Lerma agotó otro mandato más, el cuarto, hasta que Eduardo Zaplana le arrebató el cargo en el ’95 y perpetuó al PP en el poder durante 20 años a base de mayorías apabullantes. Pero ese respaldo electoral, al que Orihuela contribuyó considerablemente, no sirvió jamás para que Zaplana, ni cualquiera de sus sucesores, tratasen a Orihuela como se merece. Más bien al contrario, mientras servimos de granero de votos nos maltrataron hasta lo insoportable. El Consell construyó centros de salud, colegios e infraestructuras en muchos pueblos de la Comunidad, pero nosotros tuvimos que pagar con nuestro riñón la construcción del Álvarez de la Riva y del nuevo Palacio de Justicia, al tiempo que esperamos eternamente la llegada de infraestructuras vitales que conectaran, por ejemplo, nuestro centro con el litoral; o que permitieran que muchos de nosotros, y de nuestros hijos, dejaran de estudiar en barracones; o que, por ejemplo, acabaran con la vergüenza de tener un Centro de Salud de hojalata. Habrá que preguntarle a aquellos oriolanos del PP que estuvieron en las Cortes a qué se dedicaban, además de a recoger firmas para indultar a Hernández Mateo.
Y todo ello mientras enterraban nuestro dinero en los sobrecoges de CIEGSA, en la Fórmula 1, en la visita del Papa y en tramas archiconocidas como la de Oranch Marek o Brugal. Maltrataron a Orihuela y arruinaron las arcas públicas. Ese es su legado.
Pero a pesar de tanta miseria, de tanto mangoneo y de tanta vergüenza, hace unos días Emilio Bascuñana reprochaba al PSOE que en año y medio de gobierno la Generlitat no haya construido la carretera hacia la costa que jamás reclamó a Alberto Fabra, quizá porque fue él quien lo nombró Gerente del Hospital Vega Baja para, poco después, imponerlo como candidato a la alcaldía en contra de su militancia. Ventajas de la sumisión.
Lo cierto es que en un año y medio el gobierno, Ximo ha iniciado la construcción del nuevo IES Playas de Orihuela (completamente en barracones) y ha empezado las obras del Centro de Salud del Rabaloche. Se ha “mojado” con el problema de los lixiviados, iniciado la tala de los pinos secos de nuestra sierra y puesto en marcha el primer aula de 2 años en el C.P. Villar Palasí. Ha aprobado la declaración del Oriol como Bien de Interés Cultural, declarado el 2017 como Año Hernandiano en la Comunidad, comprometido dinero a Orihuela con un Fondo de Cooperación, y asumido la parte de la Xarxa Llibres que el Ayuntamiento no puede pagar (aunque sí tenga dinero para la Plaza de Toros), entre otras cosas.
En 4 años el Presidente Fabra no llegó a pisar Orihuela. Pero si nada lo impide, Ximo Puig hará hoy su tercera visita a Orihuela en año y medio. Y lo hará para resolver otro problema endémico que generó el PP y que jamás quisieron arreglar: la devolución de los antiguos juzgados.
Desgraciadamente han tenido que pasar 29 años, desde aquel anuncio en la Iglesia de Santiago, para que Orihuela vuelva a recibir buenas noticias y, sobre todo, un trato justo del Consell (ni privilegiado, ni marginal, simplemente el que merece). Y otra vez, mal que le pese a Emilio Bascuñana, lo hará con un Presidente socialista.
Feo. Víctor Manuel Ruiz Sáez
Artículo publicado en el diario La Verdad el 12/12/16.